¿Cuánto va a Subir la Bolsa este año? ¿Es buen momento para invertir?
Estas y otras parecidas, son preguntas que solemos hacer los inversores antes de decidirnos a comprar valores de renta variable. Desgraciadamente la respuesta no es tan sencilla, ya que ni los mejores expertos del mercado tienen la respuesta exacta.
El hecho de que con cierta frecuencia se haga mucha publicidad a que un determinado analista ha anticipado el recorte o subida del mercado en un momento concreto, no quiere decir que la próxima vez que el mercado vaya a cambiar de tendencia, dicho analista lo vaya a anticipar de la misma manera. Probablemente la próxima vez el que acierte sea otro analista, y lo hará quizá porque en términos probabilísticos la posibilidad de acertar es grande, más que porque verdaderamente tenga fundamentos de que el mercado va a fluctuar en un sentido o en otro a corto plazo.
Otras veces, los inversores acudimos a los mercados con el propósito de seguir consejos tales como «comprar barato y vender caro» o «que el último duro lo gane otro». Sin embargo, el resultado no siempre es el esperado.
En cuanto al primero, ya lo dijo Einstein, «todo es relativo», y una acción que cotiza a 10.000 pts puede estar barata según los informes de análisis, y un mes más tarde, después de haber caído un 20% y cotizando, por tanto a 8.000 pts, puede estar cara según esos mismos informes. La explicación es muy sencilla, «se ha producido un cambio en los escenarios macroeconómicos», «ha aumentado la prima de riesgo»…etc.
En cuanto al segundo consejo, a nadie le importa que el último duro lo gane otro, es más, muchos estaríamos encantados de que los últimos veinte duros o mil pesetas los ganara otro. El problema es detectar cuál es el último duro.
Los precios de las acciones en bolsa se fijan como consecuencia del equilibrio entre la oferta y la demanda. Obviamente, los que quieren comprar acciones las querrán comprar lo más barato posible, mientras que los que las quieren vender lo querrán hacer al precio más alto. El nivel donde coinciden los que quieren comprar más caro con los que quieren vender más barato determina el precio de equilibrio. Teniendo en cuenta que todos los días se negocian en el mercado español, más de cien mil millones de pesetas habrá multitud de inversores que creen que es el momento oportuno para invertir, mientras otros tantos pensarán todo lo contrario.
Si analizamos el comportamiento de la Bolsa americana en los últimos diez años, podemos comprobar el fuerte recorrido alcista que ha experimentado, llevando al índice desde niveles cercanos a 1.300 puntos después del crash de 1987, hasta superar los 9.000 puntos durante 1998.
No obstante, durante estos años se han vivido momentos de euforia junto con otros muy críticos. Una constante a lo largo de todo el recorrido ha sido los titulares en prensa anunciando apocalípticamente la llegada de un nuevo crash cada vez que la Bolsa subía durante algunos meses consecutivos. Sin embargo, si hubiéramos hecho caso a la mayoría de las profecías, lo más probable hubiera sido perderse gran parte de la subida del mercado.
¿Cómo tener éxito al invertir en bolsa?
Cómo hemos visto anteriormente, hay pocas reglas que se pueden establecer acerca de los mercados, pero una de ellas es que los mercados suben y bajan.
Históricamente, la Bolsa ha dedicado considerablemente más tiempo a subir que a bajar, y es por eso por lo que la renta variable es una buena inversión a largo plazo.
Analizando la evolución del índice mundial de la Bolsa desde 1970 se puede observar como los períodos alcistas del mercado son de mayor intensidad y duración que los bajistas. No obstante, no es posible establecer patrones de comportamiento concretos, ni de las bajadas ni de las subidas.
De cara al futuro, la Bolsa seguirá siendo una buena alternativa de inversión y seguirá ofreciendo rentabilidades medias por encima de las de otras inversiones con menos riesgo. Sin embargo, también seguirán produciéndose recortes de distinta cuantía y duración, y seguirá habiendo quienes, por no enfocar sus inversiones en renta variable de forma correcta, registren pérdidas en las mismas.
Invertir en Bolsa supone comprar participaciones en empresas, y por tanto, nuestra rentabilidad debe venir del beneficio que dichas empresas obtengan. El hecho de que el mercado valore todos los días nuestra participación en las citadas empresas y nos permita deshacernos de las mismas en cualquier momento, debe entenderse como una ventaja del mercado, no como un inconveniente. En todo caso, no debe afectar al plazo con que debiéramos plantearnos las inversiones en Bolsa.
El riesgo en renta variable disminuye conforme aumenta el plazo al que realizamos las inversiones. Si nos planteamos objetivos de inversión a largo plazo dejaremos de estar a merced de fluctuaciones repentinas del mercado a corto plazo, y nos aprovecharemos de la tendencia alcista que tiene en los períodos largos de tiempo. Las inversiones a muy corto plazo pueden ofrecer rentabilidades muy aleatorias, mientras que conforme ampliamos el horizonte temporal de las mismas, la rentabilidad tiende a estabilizarse.
Algunos inversores tratan de mejorar su rentabilidad vendiendo sus posiciones en Bolsa justo antes de la posible caída y comprando en el momento que los precios están más bajos, justo antes de la posible subida. Realizar esta práctica con cierta consistencia es una tarea casi imposible incluso para gestores profesionales, y por tanto su uso no es recomendable para la mayoría de los inversores. En primer lugar resulta muy difícil identificar el final de un ciclo de mercado y el comienzo de uno nuevo. En segundo, las emociones juegan normalmente en contra nuestra, de tal manera que cuando debiéramos vender, el ansia de ganar un poco más, nos hace vender demasiado tarde, y cuando debiéramos comprar, vemos las cosas demasiado mal y entramos demasiado tarde.
A esto hay que sumar que la penalización por estar fuera del mercado suele ser considerable. Las mayores alzas suelen ocurrir justo después o justo antes de las fuertes correcciones. Perderse esos días clave puede impactar seriamente en la rentabilidad a largo plazo.
Un estudio de la evolución de la Bolsa española durante los últimos cuatro años puede resultar muy ilustrativo. Los inversores que compraron el 4 de enero de 1988 y mantuvieron hasta el 29 de septiembre de 1998 obtuvieron una rentabilidad anualizada del 12,1%. Mientras, cualquiera que hubiera estado fuera del mercado los mejores 30 días de ese periodo, hubiera obtenido una rentabilidad del 0,5%, inferior incluso a la que ofrecieron las peores cuentas corrientes en ese período.
Una vez decidida una inversión en renta variable y teniendo claro que se trata de una inversión a largo plazo, ya hemos visto que tratar de mejorar rentabilidad comprando y vendiendo resulta un esfuerzo estéril y que entraña alto riesgo. Por tanto, la única alternativa válida que nos queda para mejorar la relación rentabilidad-riesgo es realizar una correcta diversificación, es decir, «no poner todos los huevos en la misma cesta».
Diversificar consiste en distribuir nuestras inversiones entre distintos mercados y activos cuya evolución se compense entre si. Invirtiendo en un solo mercado o activo nos sometemos a sus fluctuaciones. Sin embargo, diversificando, reducimos fluctuaciones sin reducir rentabilidad, es decir, ganamos estabilidad en la rentabilidad global de la inversión en el largo plazo. Esto es así debido a que los mercados financieros no están sincronizados, es decir, no todos los mercados están bien o mal a un tiempo, sino que en cada momento del ciclo económico hay unos mercados que están mejor que otros.
Esta es una de las razones fundamentales por las cuales recomendamos invertir en renta variable a través de fondos de inversión, puesto que además de acceder a una gestión profesionalizada, accedemos a una cartera bien diversificada desde importes muy reducidos y con un vehículo fiscalmente muy eficiente que nos permite maximizar nuestra rentabilidad después de impuestos.